Después de 37 años de no saber de ella, Norma Janet García Rodríguez se reunirá con su hermana Aida Amalia en Veracruz. Son originarias de Guatemala, un país con pobreza y desempleo, donde la única esperanza es migrar a Estados Unidos, con la muerte acechando “a la vuelta de la esquina”.
Por Ignacio Carvajal García/En Misión Especial
Ciudad de México, 19 de noviembre (SinEmbargo/BlogExpediente).- Las dos son oriundas del departamento de Escuintla, Guatemala, la pobreza, el desempleo y la búsqueda de un mejor futuro, las separó.
Norma Janet García no recuerda el rostro de su hermana. Tenía unos 10 años cuando ella, la mayor, dejó le hogar humilde para caminar al norte en busca del sueño americano.
Los conflicto militares comenzaban a gestarse en esa Guatemala que ha parido lo mismo dictadores que sicarios despiadados, donde matar se hace una necesidad tan elemental, como el huir del país para preserva la vida.
Eso fue lo que sacó de su tierra a cientos de guatemaltecos que marcharon a Estados Unidos en eso años, esa corriente humana arrastró a Aida Amalia García Rodríguez, que, como muchos, se perdió en el camino y dejó de tener contacto con su hogar.
Gracias a la Caravana de Madres Centroamericanas que buscan a sus hijos, Aida fue localizada cerca de Veracruz, y el encuentro con sus seres queridos será hoy sábado en Amatlán de los Reyes, en el albergue de Las Patronas, lugar por donde han transitado cientos de paisanos de las guatemaltecas que cargan con el mismo problema, ahora con más dificultades ante el incremento de la seguridad en las vías y el acoso de las autoridades mexicanas.
"Estoy muy contenta, no sé qué decir, sólo que me hubiera gustado que mi padre estuviera aquí para ver esto. Pero él murió hace tres años, siempre con la esperanza de saber de nuevo de su hija", relató Aida Amalia en los bajos de la iglesia de Santiago Apostol, de Coatzacoalcos, con el nerviosismo en el rostro pues por primera vez se encuentra en el mismo territorio donde su hermana, quizá, respirando el mismo aire.
Han pasado 30 años. Norma no imagina cuál será la expresión en su carnala. Duda si la reconocerá. Ella era sólo una niña y Aida, la mayor se seis hermanos que intentó llegar a los Estados Unidos, pero no pudo, y se quedó en México.
Por las gestiones de la Caravana, se contactaron con una hija de Aida en redes sociales, ella fue el primer enganche para consolidar el reencuentro que llena de emociones a las mujeres que cruzan México desde hace dos días en un autobús procedente de Centroamérica.
Todas anhelan lo mismo, encontrar a sus seres queridos extraviados en el tránsito de la ruta migratoria más antigua en el Golfo de México, y le confían quedamente a Aida que es agraciada y esperan pronto gozar esa satisfacción.
Norma Janet no puede hablar más ante la prensa. De pronto el recuerdo de su padre muerto le anuda las cuerdas bucales. Alguien se la lleva a donde las demás mujeres. Es la hora de cenar, descansar y dormir. Mañana, hoy, será el día más feliz para dos mujeres extranjeras en un Veracruz convertido en un agujero negro que engulle humanos sin distingo de nacionalidad.